El problema de España no son los españoles. A esos que se les pone fama de vagos, fama de fiesteros, de que echamos la siesta y de que solemos defraudar a nuestra hacienda pública. El problema de España no es el señor que quiere cobrar el paro mientras trabaja el negro, o el que usa la tarjeta sanitaria del abuelo para hacerse con una medicina. El problema de España no es que los jóvenes sean ni-ni, ni tampoco que necesitemos más de 2 horas para comer y se nos tache de improductivos. Todos esos problemas eran gajes del oficia de ser español, cosas con las se vivía «culturalmente». No están bien. Cierto. Pero no son el problema de España. Entonces ¿cuál es el problema de España?
El problema de España es simple. La clase política es la clase podrida de España. Y es una clase podrida en millones. En millones robados del bolsillo de cada uno de sus ciudadanos. Para aquellos que votaron por el PP esperando una buena gestión económica basada en el programa, se encontraron con promesas que se pudrieron en menos de un año. Vamos, con fechas de caducidad como esas que quiere modificar para desviar la atención el señor Arias Cañete.
El problema de España no somos nosotros, a los que nos ahogan teniendo que pagar IRPF, IVA e impuestos varios casi como un finlandés, para disfrutar de unos servicios, y que nadie se ofenda por ello, como los de muchos países del tercer mundo. A mi me quedan pocas dudas de que en España los culpables sean esos que nos ponen pantallas en lugar de dar la cara; que están cansados para responder preguntas porque no han dormido una noche de debate en Bruselas, esos que tenemos que ir a buscar al extranjero y que defienden a los suyos a pesar de que sobre la mesa haya indicios claros de corrupción.
Si en España las cosas funcionasen, no digo mejor sino solamente como en Alemania, y no me refiero a la cultura de los ciuadanos, sino de los gestores políticos, y aquí se conociese el significado de la palabra dimisión, como por aquellas tierras en las que por plagiar una tesis se dimite, mejor nos iría. Y sinceramente por mucho listillo de ciudadano que hubiera en España jamás hubiéramos llegado hasta aquí. Y si fuera ese el caso, entonces los políticos si nos podrían enseñar cómo comportarnos. Pero, con tres sueldos, con dinero en negro y con tanta manipulación, ¿de qué nos quieren dar lecciones?