Lo cierto es que si dijese que conozco en profundidad la política rusa, estaría diciendo una mentira. Pero desde mi ignorancia acerca del sistema del país, creo no poderme resisitir a opinar como el resto de ciudadano que no son rusos acerca del hecho de que Vadlimir Putin se vuelva a presentar a las elecciones presidenciales de 2012 es como mínimo provocadora.
En primer lugar, Rusia no tiene un sistema que se considere «fiable» en cuanto a resultados electorales, tanto así que los observadores internacionales se presentan para dar el visto bueno, y eso en las democracias desarrolladas no sucede. A mayores, el hecho estratégico de que colocara al actual presidente como candidato a las presidenciales mientras el se quedaba como jefe del partido Rusia Unida viene a demostrar que Putin nunca ha dejado el poder, ni tiene ninguna intención de hacerlo.
Y señores, no les hablo de Rusia únicamente, les hablo de tantos países en los que tantos ex-presidentes se han vuelto a presentar. Pero el problema es que el poder es vicio, y hay que saber frenarse en la escalada. Y tras dos mandatos y un tercero en la sombra, no creo que Putin se acuerde de donde está el pedal del freno.
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