Sarkozy hizo sus propuestas en Grenoble, en el sur del país y escenario de los disturbios de hace dos semanas provocados por la muerte de un hombre de origen árabe que huía de la policía, y culpó en parte a la inmigración de una descomposición en la sociedad.
«Estamos sufriendo las consecuencias de 50 años de una regulación inmigratoria blanda que ha llevado a un fracaso de la integración», dijo Sarkozy en un desafiante discurso.
El mandatario, cuya estrategia de dureza contra el crimen le ayudó en las elecciones de 2007, prometió una «guerra» contra la violencia callejera después de los disturbios. Los críticos señalan que esta medida está destinada a recuperar los votos de la derecha.
El opositor Frente Nacional ha recuperado cierto apoyo debido a la crisis económica que elevó el desempleo al 10 por ciento y a los serios escándalos políticos que han alimentado las acusaciones de corrupción en el Gobierno de Sarkozy.
«Se debería retirar la nacionalidad francesa a cualquier persona de origen extranjero que atente contra la vida de un policía o autoridad», destacó Sarkozy. «La nacionalidad se gana y hay que ser digno de tenerla».
Agentes de la policía de Grenoble han recibido amenazas de muerte desde los disturbios.
Sarkozy propuso una serie de medidas, incluyendo sentencias de más de 30 años por matar a un policía, que los criminales convictos usen brazaletes electrónicos tras su liberación, y una revisión de los delincuentes menores de edad de origen extranjero que reciben la nacionalidad al cumplir 18 años.
El escándalo por las presuntas donaciones ilegales y la evasión de impuestos de la mujer más rica de Francia han perseguido al Gobierno de Sarkozy, que ha tocado niveles mínimos de aprobación.
Sarkozy anunció un cambio de gabinete para octubre, en el que se espera que varios políticos de izquierda abandonen sus cargos para ser reemplazados por conservadores de cara a las elecciones de 2012.
El Gobierno de Sarkozy se enfrentó a críticas por impulsar la prohibición del uso del velo islámico en público, una decisión que los críticos consideran discriminatoria para los musulmanes y que puede provocar un clima de suspicacia y hostilidad hacia las comunidades de inmigrantes.
El presidente francés dijo que no estaba preocupado por los que dicen que sus medidas son un ataque a las libertades civiles.
«No hay estigmatización, esto es de interés general para todos (…) los valores están desapareciendo y tenemos que detener eso», agregó.