Hoy toca mirar hacia el otro continente para encontrarnos con la noticia del día. La realidad es que si en Europa las cosas no nos andan bien en lo económico, en lo democrático, en América Latina tampoco van demasiado bien. Hoy todos los periódicos sacan en primera plana la destitución de Fernando Lugo como presidente de Paraguay. Hasta ahí, hay noticia. Que un presidente sea destituido de su cargo siempre es noticia, el problema viene cuando los gobiernos de la región, que han sacado sus armas populistas, antidemócratas y nacionalistas se ponen de acuerdo para decir que no van a aceptar al nuevo gobierno.
Vamos a ver. La democracia de Paraguay, al igual que la de Venezuela, la de Argentina, la de Brasil, y la de Ecuador, de donde proceden las principales críticas, funciona de la misma manera. Si un partido no tiene la mayoría de la cámara, y el que es su socio le retira el apoyo, este puede ser destituido, en este caso por el Senado como presidente del gobierno de turno. ¿Dónde está el problema? Que los líderes de todos los países latinoamericanos que se han opuesto a la democracia, porque estas son reglas de la democracia, deben temer que algo similar les pueda ocurrir a ellos.
España por su parte, ha precisado que espera que la transición sea pacífica y que se sigan los cauces legales para superar el asunto. A Fernando Lugo tampoco le han faltado muestras de afecto por parte de los presidentes antes mencionados, que les han brindado el apoyo y le han ofrecido asilo político, ya que el ya ex-presidente de Paraguay tendría que enfrentarse a un juicio por el asunto que le ha llevado hasta aquí, un conflicto entre campesinos y fuerzas del orden que se saldó más de 10 muertos.
Y yo me pregunto, si los que dicen ser demócratas renuncian a las reglas de la democracia y la repudian cuando no les interesa, y además brindan asilo a quien podría haber cometido un delito. ¿Cuál es la diferencia entre estos demócratas y un dictador? Yo veo más bien pocas…
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