El mundo ha pegado una vuelta. O eso, o la luna estaba llena y yo no me he dado cuenta. Lo de obtener votos de la derecha o de la izquierda dejando entreleer ciertas ideas está bien, pero lo planteado por la candidata del PP a la Generalitat, Alicia Sánchez Camacho, me parece pasarse de la raya que divide el centro de los extremismos.
Lo cierto es que a Alicia Sánchez Camacho le ha parecido una genial idea recuperar la idea de su jefe de partido, Mariano Rajoy de aquella idea del contrato de los inmigrantes. Pero ella se ha permitido más. Además de mantener los puntos de Rajoy, que versaban en: cumplir las leyes, a respetar las costumbres de los españoles, a aprender la lengua, a pagar sus impuestos, a trabajar activamente para integrarse en la sociedad española y a regresar a su país si durante un tiempo no encuentran empleo, la candidata del PP apuesta además por un «contrato de buena convivencia«, documento que expide el ayuntamiento siempre que no tenga sanciones por incivismo, que lleve a sus hijos al colegio, que respete la ciudad y que no tenga quejas de sus vecinos.
La mejor parte del contrato de buena convivencia es la de los vecinos. O sea que si tienes a uno de esos vecinos que mejor aquí me ahorro la palabra, te puedes olvidar de la renovación de papeles, del trabajo y de la residencia en España. Este es el nuevo delito del inmigrante: tener quejas de sus vecinos. ¿Lógico no?
Por si fuera poco, no les digo nada de los ayuntamientos pequeños, en los que como máximo trabaja uno/dos funcionarios, y si el inmigrante no tiene buena relación con ellos y se niegan a hacerlo ¿qué pasa? Y no me digan que la ley lo prohibe, que ese es el trabajo del funcionario, porque en fin, todos sabemos como van las cosas en España, y todos sabemos como trabajan los funcionarios.
Noticia | El País