Hoy estaba leyendo un artículo de opinión de El País que me ha hecho pensar. Se trata d euna comparación entre los jóvenes europeos y los magrbíes. De lo que unos y otros queremos. De lo que unos y otros buscamos. Y por los que unos y otros luchamos.
Lo cierto es que existen grandes diferencias entre los Jóvenes de aquí y de allá: Magreb vs Europa. Pero son precisamente las causas de las diferencias las que hacen que unos y otros nos comportemos de una forma o de otra. Y es que mientras a ellos les ha tocado vivir sin libertades, sin derechos y soportar a un cerrado régimen; nosotros lo hemos tendio todo. Y es que las revoluciones no estallan sin más. Las sociedades se adaptan y buscan nuevos cambios solo cuando el punto les hace explotar. Todas las revoluciones en el mundo han surgido tras varios años de obstinada paciencia ciudadana. Y claro, nuestra Europa, nuestra amada Europa, todavía nos proporciona un Estado del bienestar en el que todos nos encontramos muy cómodos, en el que las preocupaciones apenas quitan el sueño y en el que los políticos no nos interesan proque no vemos que se preocupen de nada fundamental para nosotros.
Pero aquí el problema, y hablo de los jóvenes del lado europeo, es que ese sueño Europeo que hemos consturido se ha roto. Nosotros seremos los que pagemos las decisiones de todos esos políticos que no nos merecen respeto, pero tampoco odio, sino que nos son sustancialmente indiferentes. Porque ellos, han decidido aumentar las edades de jubilación, porque ellos no son capaces de convencer de que estamos en un envejecimiento progresivo insorportable para la economía de cualquier país, porque ellos no son capaces de promover trabajo, proque ellos nos venden educación, a cambio de mejoras laborales que no existen, porque ellos legislan a placer mientras nosotros nos dormimos con sus discursos… Y todo esto, es muy probable, no ya que mi generación, esa de los 80, que ha perdido casi la fé en cualquier cosa, sino la siguiente, la de neustros hijos, la que acabe por tomar la dirección d eun nuevo rumbo. Pero para ello, todavía nos quedan años de obcecada paciencia. Y no em gusta el panorama. Me gustaría que las cosas cambiasen ya. Me gustaría que nosotros fuesemos tan valientes como los egipcios. Me gustaría que tuviesemos más valores. Pero, por desgracia, la sociedad necesita verse entre las cuerdas para reaccionar en masa.