El problema de la política, de la política actual, se resume básicamente con el refrán «del dicho al hecho hay un trecho». Y es que cuando una personalidad se define de derechas, de izquierdas o nacionalista, hay ciertos valores que se dan por supuesto, pero que luego no llegan nunca a verse en la vida real del candidato. En este caso, hablo de Joan Laporta, aquel Joan Laporta que creo un referendum de independencia en Cataluña, que no entiende ni habla español, y que haciendo uso de su Barcelona F.C se catapultó a la política.
Y es que resulta que hasta sus más cercanos le auguran un final muy cercano a la carrera de Joan Laporta. Porque cuando uno pone a Cataluña como país, se define como nacionalista y hace de todo para querer hacérselo ver al pueblo, no puede permitirse ciertos vicios. Y el problema es que Laporta los tiene casi todos. Las últimas fotografías que publica la prensa, con un Laporta orgulloso de su barriga, con un puro, champagne del de muchos billetes verdes, en un yate privado, fuera de su Cataluña y rodeado de mujeres. La crisis que sufre Ctalauña, según el nacionalismo por culpa de España, parece que muy pronto encontrará, dentro del propio nacionalismo, al nuevo culpable. Porque al fin y al cabo, en España, de loq ue se trata es de buscar culpables, y no soluciones
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