La tragedia que hemos vivido el día 24 de julio, que por cierto es la víspera del festivo a nivel regional en Galicia y se celebra la fiesta más grande de la capital ha dado mucho que hablar. Lo ha hecho porque yo hacía tiempo que no veía una cobertura informativa tan pésima como la que vivimos con el accidente, y quizás también porque nunca me había tocado tan de cerca, porque esa noche yo estaba en Santiago de Compostela. La verdad es que todavía me niego a creer lo que mis ojos me están mostrando, pero la prensa parece haber demostrado el papel que está dispuesta a jugar, y salvo muy pocas excepciones, la mayoría online, han declarado directamente estar al servicio del gobierno y de la política.
¿Cómo es posible que sin abrir la caja negra del tren se hayan sacado las conclusiones que ya tenemos en todas las portadas? ¿Cómo es posible que hayan hecho de jurado popular contra el maquinista sacando conversaciones con frases sueltas y urgando en sus redes sociales quitando las informaciones sin contexto como si tal fuese? ¿Cómo es posible que nadie hablase de lo mucho que tardaron los servicios públicos en llegar al lugar y la ayuda de vecinos y gente común haya pasado a un segundo plano? ¿Cómo es posible que hayan hecho una ceremonia en la Catedral con toda la clase política en primera plana cuando lo que las víctimas quieren es un duelo privado? ¿Por qué no dejaron a los familiares acceder a identificar las víctimas y perdieron tiempo en autopsias complejas que en realidad solo iban a indicar lo que todos ya sabíamos ampliando el dolor de los familiares?
Las indemnizaciones bajo mínimos de las que se habla, las concesiones de tren en Brasil que están ahora en juego con este accidente, y el comunicado erróneo de Moncloa dicen mucho de quien nos gobierna, mucho de que en realidad sus ciudadanos le importan bien poco. Al fin y al cabo, si de verdad fuésemos gobernados por gente de bien, nadie hablaría de indemnizaciones de 60.000 € como muy por encima de lo legal, que vienen siendo 30.000 por víctima mortal. Si el Estado fuese lo que debería hacer habría de volcarse en las víctimas, porque si yo hubiera sufrido una pérdida, ni darle la mano al monarca, ni verle la cara a Rajoy me aliviarían nada. Y menos aún el hecho de saber que no se hará justicia, porque quien pagará el pato será un maqunista que puede se equivocase, pero ¿un tren que depende en un tramo muy peligroso con una de las frenadas más bruscas de Europa es solo su responsabilidad sin sistema de seguridad activo a pesar de que gastamos miles de euros en uno que al parecer no se usa?