Medvédev alcanza el ecuador de su mandato sin librarse de la sombra de Putin

Moscú.- El presidente ruso, Dmitri Medvédev, alcanzó hoy el ecuador de su mandato sin poder librarse de la sombra de su padrino político, el primer ministro Vladímir Putin, visto dentro y fuera de Rusia como el indiscutible líder del país.

«Estoy harto de responder a la pregunta sobre quién toma las decisiones. Si hablamos de política exterior e interior, defensa y seguridad, las decisiones las toma sólo el presidente y nadie más», señaló Medvédev en una reciente entrevista.

Medvédev, de 45 años, asumió la jefatura del Kremlin el 7 de mayo de 2008 de manos de Putin, al que de inmediato nombró al frente del Ejecutivo, sistema bicéfalo de poder que es conocido popularmente como «tandemocracia».

Desde entonces, apenas ha podido imponer su impronta como jefe del Estado, por lo que se ve a menudo en la tesitura de responder a preguntas capciosas sobre la cohabitación con Putin, que fue el presidente entre 2000 y 2008.

«Tenemos las mismas raíces, el mismo tipo de sangre», señaló Medvédev, que rechaza las etiquetas de «joven jurista liberal» para él y la de «espía» del temido KGB para Putin que les ponen los medios de comunicación occidentales.

El popular presentador y periodista Serguéi Dorenko, miembro del Partido Comunista, considera que Medvédev «no ha querido desafiar a Putin, al que considera como un hermano mayor».

«Son un tándem sin fisuras. Incluso cuando ha habido roces entre sus equipos, ellos han salido a sofocar los brotes de tensiones. El sistema es estable mientras nadie intente reformarlo desde dentro», dijo a Efe.

El primer año de mandato de Medvédev estuvo marcado por la guerra contra Georgia por el control de la separatista Osetia del Sur (agosto de 2008) y la crisis financiera, que sacudió en cuestión de semanas los cimientos de la economía rusa diseñada por Putin.

En su primer discurso sobre el estado de la nación Medvédev amenazó a EEUU con desplegar cohetes tácticos en el enclave de Kaliningrado si no renunciaba al emplazamiento de elementos de su escudo en Polonia y la República Checa.

Las bravuconadas dejaron paso a propuestas más constructivas en el segundo año de mandato, en el que Medvédev se vio beneficiado por el ascenso a la Casa Blanca de Barack Obama, partidario de mejorar las relaciones con Rusia.

Medvédev y Obama fueron artífices de la reanudación de las relaciones entre ambas potencias, que a principios de abril sellaron un histórico tratado de desarme estratégico que sustituyó al START.

«Las decisiones, o las toma Putin o se toman conjuntamente. Hay pocas cosas que Medvédev pueda decidir por sí solo», señaló a Efe Serguéi Mitrojin, líder del partido liberal Yábloko.

Su plan más ambicioso fue la reforma del ministerio del Interior, para muchos el mayor obstáculo para la reforma del Estado y que, en caso de prosperar, supondría un gran espaldarazo para su Presidencia.

Medvédev, que reaccionó así a las numerosas quejas de la ciudadanía sobre casos de abusos, corrupción y violencia policial, destituyó a cerca de una veintena de generales y prometió un recorte de la plantilla, que incluye a 1,5 millones de efectivos.

«La reforma del ministerio del Interior es una campaña de imagen. Se han reducido en unos miles sus efectivos por motivos de salud. Las medidas anticorrupción no han logrado nada», dijo Mitrojin.

Además, lanzó a finales de 2009 un programa de modernización e innovación tecnológica, cuyo objetivo es romper amarras con la actual estructura económica heredada de la Unión Soviética.

El presidente propuso la creación de un Silicon Valley ruso a las afueras de Moscú y la obligatoriedad del uso de internet en la administración pública, medidas bienintencionadas, que pocos se han tomado en serio.

«La economía está estancada como en tiempos de (dirigente soviético Leonid) Brezhnev (1964-82), cuando reinaban los burócratas. El crecimiento se basa exclusivamente en los altos precios del petróleo y el gas», señaló Mitrojin.

En el plano político, añade, «la única reforma ha sido un paso atrás, ya que aumentó el mandato presidencial de cuatro a seis años», además de resistirse a reducir el porcentaje del 7 por ciento necesario para que los partidos políticos accedan a la Duma (Parlamento).

«Si el actual tándem autoritario continúa unos años más, los pequeños partidos opositores no sobreviviremos, ya que nos condenarán a la disidencia», dijo.

En cuanto al futuro, Medvédev no descarta presentarse a la reelección en los comicios de principios de 2012, aunque reconoce que todo dependerá de las intenciones de Putin y de la reacción de la opinión pública a su gestión al frente del Kremlin.

Al respecto, Putin aseguró: «¿Competimos uno contra otro en 2007 (de cara a las elecciones presidenciales)?. No, no lo hicimos. Así que no lo haremos tampoco en 2012. Llegaremos a un acuerdo».

Ignacio Ortega

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