Marruecos ataca y España dialoga

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Después de lo que os contábamos ayer sobre el reclamo que hace Marruecos sobre la soberanía de Ceuta y Melilla, hoy toca hablar de una nueva muestra de falta de iniciativa por parte del Gobierno de España. Mientras Marruecos no deja de manifestarse, movilizarse, quejarse y, en definitiva, atacar a nuestro país, tanto a los dirigentes políticos como a la prensa, por su postura en el conflicto desatado por los sucesos de El Aaiún y el Sáhara, España por su parte lo único que hace es hablar, dialogar y, por si  no fuera suficiente, dar explicaciones a Marruecos.

Tanto la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, como el embajador de España en Rabat han explicado a Marruecos el acuerdo que se alcanzó ayer en el Congreso de los Diputados en el que nuestro país condena los sucesos de El Aaiún. ¿Por qué tendría España que darle explicaciones a Marruecos? Y más teniendo en cuenta que el acuerdo parlamentario ni siquiera condena el papel de Marruecos en el conflicto, únicamente los hechos violentos que han tenido lugar en las últimas semanas.

¿Acaso Marruecos ha dado explicaciones a España por atacar a su clase política y a sus medios de comunicación en el Parlamento Europeo? ¿O por organizar una marcha en contra de la política del PP en todo este asunto? ¿O, sin ir más lejos, por organizar mañana mismo una manifestación para reclamar la soberanía marroquí sobre Ceuta y Melilla?

La respuesta a todas estas preguntas es no. Y, por si no fuera suficiente, mientras Marruecos anuncia que se va a replantear las relaciones que mantiene con España en todos los ámbitos, el gobierno de Zapatero sigue manteniendo que España y Marruecos son aliados y le sigue tendiendo la mano no sólo para darle todas las explicaciones necesarias sino también para defenderle ante la Unión Europea.

Pero no se puede defender lo indefendible. Mientras el PP critica a Marruecos por su hostilidad hacia nuestro país y al Ejecutivo del PSOE por su tibieza en todo este asunto, el Gobierno de España sigue empeñado en mejorar las relaciones que mantiene con Marruecos, a quien considera un aliado y un amigo.

Sin embargo, España debería dejar de jugar a ser el bueno de la película y abrir los ojos a la realidad y a lo que está pasando. La actitud tibia, distante, irresponsable que tiene nuestro país en este asunto no sólo no está logrando el objetivo previsto, que es contentar a todos, marroquíes y saharauis, sino que ha logrado precisamente lo contrario, enfadar a unos y otros y dejar a España en la política internacional siendo buenos, pero de buenos a tontos hay sólo un paso y nuestro gobierno no debería esperar más para reaccionar y responder a las provocaciones y los ataques de Marruecos.

Fuente | El País