Los gobiernos que se votan, los mercados que gobiernan

Ayer, El Roto volvía a dar en el clavo: «Si votamos a los partidos ¿por qué luego gobiernan los mercados?». Y es que es verdad. Parecía que con estas crisis habíamos llegado a la conclusión de que no podíamos seguir con esta economía financiera y especuladora y que tendríamos que establecer las bases de otro desarrollo, no sólo porque fuera más justo y seguro, sino también para que fuera más sostenible.

Pero parece que los gobiernos, y entre ellos el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, parece que han tomado el camino contrario. Da igual lo que votes, las recetas son las mismas porque todo está atado y bien atado. Poco importa que esto no sea una crisis del sector público. Poco importa que haya sido el sector público el que haya tenido que salvar con planes de rescate multimillonarios al sistema financiero. Cuando había que salvar bancos, que se habían dedicado a especular salvajemente y que no han asumido todavía ninguna responsabilidad, no preocupaba el déficit, el gasto de las administraciones. Ahora que estamos hablando de salarios, de pensiones, de dependencia, de servicios públicos, en definitiva, de las condiciones de vida de la gente sí nos preocupa el gasto. Cuando más falta les hace.

Y era de esperar una respuesta. Pero no ésta: Señoras y Señores, tiramos la toalla, cogemos el bloc de notas y apuntamos todos las recetas de los mercados (aunque no sabemos quiénes son ni dónde están). Que todos y todas tenemos que hacer un esfuerzo, es evidente. El problema del ajuste del gobierno Zapatero es que el ajuste lo sufren unos – los que menos responsabilidad tienen – y no para solucionar el problema, sino para que los responsables de esta crisis sigan manteniendo su status y campando por sus respetos.

Y para ello, de forma improvisada (la descoordinación y desconcierto del gobierno es para estudiar), se sube el IVA, se rebaja el sueldo de los empleados públicos, se congelan las pensiones, se recorta en dependencia y se aplica el mazo del Déficit cero a los ayuntamientos. En definitiva, se rinde no sólo ante los mercados sino también ante el Partido Popular que ya sabe que sólo tiene que agitar el árbol para que caigan los frutos.

Y por supuesto, nada de izquierda. No sabemos si tendremos encima de la mesa alguna propuesta para aumentar los ingresos del Estado, para que pague más quien más tiene. Tampoco esperamos ya (ayer el PSOE votó en contra) una reforma fiscal justa, progresiva y ambiental: recuperar un impuesto sobre la riqueza, reformar el IRPF introduciendo un nuevo tramo del 50% para los ingresos superior a los 8.000 euros mensuales, diferenciando la fiscalidad de las sociedades productivas de las meramente instrumentales que sólo sirven para pagar menos impuestos, reformar el impuesto de sociedades, fiscalidad ambiental, lucha contra la economía sumergida.

La respuesta de la izquierda es responsable. Lo irresponsable es rendirse, dejando en el camino a los trabajadores, a los pensionistas, a los parados, a los jóvenes, a los precarios. Son ellos los que están en crisis y la salida es justa si las medidas sirven para que ellos dejen de estarlo.

Debemos transitar hacia un modelo más justo, más sostenible y que esa transición no la paguen los ciudadanos. No sólo tenemos derecho a otra respuesta, es que además es posible.