Básicamente hasta hace más bien poco, yo diría poco más de 1 año, me definía como votante socialista. Votante socialista no porque pensase que Zapatero no me miente, porque como todos, sé que lo hace. Me definía socialista porque me gustaba el modo en el que se pensaba gobernar España, todo con matices, pero me gustaba la idea de un Estado del Bienestar para todos. Claro, que en la teoría, todo es muy bonito. El problemas viene en la práctica, cuando un gobierno no hace más que un teatro político.
Un teatro más que retóricamente articulado, en el que la imagen es lo que cuenta y los hechos son imprescindibles. Hace más de un año, que me dado cuenta de que Zapatero gustaba porque es un comunicador político, sabe contar tantas mentiras juntas de un modo políticamente correcto, que nos quedamos boquiabiertos, pero a la hora de aplicar, simplemente se echa la siesta en la silla presidencial. Y sinceramente, así, no se gobierna. Y es que lo que lo que le falta al PP, le sobra al PSOE. Los teatros políticos del PSOE son a día de hoy su única baza. Y básicamente, porque es una baza que ya ha pasado de moda, que ya se ha quemado; me decanto por un partido, que aunque no esté totalmente de acuerdo con sus políticas, al menos se dedicará a gobernar, y no a hacer de la política un espectáculo comunicativo, en el que a los españoles solo nos queda una bonita imagen y millones de parados. Para las próximas elecciones generales, muy a mi pesar, mi voto irá directo al PP. Porque para teatros e imágenes bonitas ya me voy a ver una obra.
