El Gobierno tailandés celebra una reunión de urgencia centrada en la crisis

Bangkok.- El Gabinete del primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, y los jefes de las fuerzas de seguridad, se preparan para mantener hoy una reunión de urgencia centrada en la persistente protesta de los «camisas rojas».

La reunión anunciada por el viceprimer ministro, Suthep Thaugsuban, tendrá lugar cuando aumenta la presión sobre el Gobierno a fin de que solucione la crisis política reabierta por los manifestantes que ocupan el corazón comercial de Bangkok, desde hace cuatro semanas.

Los «camisas rojas» del Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura exigen la disolución del Parlamento y elecciones anticipadas.

Mientras que una parte de la sociedad tailandesa aboga en favor de una salida negociada a la crisis, otra, y entre ésta la formación conservadora de los llamados «camisas amarillas», quiere que el Gobierno declare la ley marcial y ordene al Ejército aplastar la protesta de sus rivales, los «camisas rojas».

Aunque varios miles de «camisas rojas» continúan acampados en su base fortificada, su número ha descendido gradualmente durante los últimos días, según fuentes internas, a causa de las fricciones entre sus líderes y la menguante financiación.

Los «camisas rojas» provienen en su mayoría de las zonas rurales del norte y noroeste del país, las de mayor densidad demográfica y feudos de los testaferros del ex mandatario Thaksin Shinawatra, depuesto en 2006 y declarado en rebeldía a dos años de prisión por corrupción.

Exiliado y prófugo de la justicia tailandesa, el multimillonario Shinawatra, guía y financia las protestas de los «camisas rojas» desde un país de conveniencia.

Jatuporn Prompan, destacado cabecilla del Frente Unido, ha advertido de que los «camisas rojas» desafiarán la ley marcial en el caso de que el Gobierno decida declararla, con la finalidad de aplastar las protestas que comenzaron a mediados del pasado marzo.

«Los camisas rojas vamos a seguir aquí con o sin ley marcial», dijo Prompan en un discurso a sus correligionarios.

Desde el inicio de las protestas, 27 personas han muerto y cerca de otras mil han resultado heridas en enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes, o explosiones de granadas y otros artefactos.

En un informe publicado el viernes, el Grupo Internacional Crisis (ICG) advirtió de que la continuidad y profundidad de la crisis política en la que está inmersa Tailandia a causa del pulso que el Gobierno mantiene con los manifestantes que persiguen su caída, puede acarrear «una guerra civil no declarada».

El grupo no gubernamental especializado en el análisis de conflictos y su resolución, precisó que el «distanciamiento en las calles de Bangkok entre el Gobierno y los camisas rojas empeora y puede deteriorar hasta desembocar en una guerra civil no declarada».

«El número de muertes puede aumentar bruscamente si los militares desalojan a los miles de manifestantes acampados en el centro de la capital», apuntó la citada organización.

En opinión de ICG, Tailandia debe crear un grupo mixto, formado por figuras de renombre internacional y tailandeses independientes, para mediar entre las dos partes y evitar una operación militar contra los «camisas rojas».

El ministro tailandés de Asuntos Exteriores, Kasit Piromya, aseguró esta semana que su Gobierno controla la situación, y rechazó la ayuda externa para solventar la crisis por tratarse de «un asunto interno».

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